Nuestro blogg. Sus comentarios:

Vivir significa aprovechar todo cuanto te rodea, sentirse lleno de emociones, aprender, enseñar, recordar… Recordar momentos felices, momentos llenos de satisfacción. Mirar atrás y ver que te has convertido en quien querías ser. Mirar atrás y pensar que la vida te está tratando bien o, al menos, no peor de lo que te podría estar tratando.


Algunas cartas de amor que cada quien puede hacer suyas.

Tu eres el número:

Así son las cosas, empezamos como amigos...

Ha pasado unos cuantos meses después de que hablamos en tu departamento aquella noche. Y te juro que desde ese día no he querido otra cosa que reparar el daño.  Perdón por rozar tu independencia, esa nunca ha sido mi intención. Espero que lo sepas. No quiero tenerte en exclusiva, sé que ahora tienes más amigos y amigas y por ende, otros compromisos. Entiendo que para ti sea muy importante pasar tiempo con ellos, de verdad que sí. 

Pero, ¿no te habías dado cuenta que desde aquél fin de semana en casa de tus papás no hemos hablado? O peor aún, desde la charla en tu departamento, ¿cuántas veces nos vimos o hablamos? Las puedo contar con los dedos de una mano. ¿Te pusiste a pensar en mis sentimientos cuando me cancelabas o cambiabas los días cuando se supone saldríamos? Hasta hace unos días, por aquello de navidad y esas cosas, escribiste, y quieres que te conteste como si nada ocurriera, sería fácil hacerlo y en definitiva renunciar a la amistad; llevo meses dándome cuenta que ya no éramos los mismos.

Aquella vez que te visité y te encontré en aquél bar, esa noche en esa charla me dejaste una inmensa puerta abierta que me hizo creer –por todo lo que me dijiste, claro- que habría posibilidad de avanzar, por más que te dije que era un error y que tenía miedo por lo que pensara tu ex, las personas, y porque tenía miedo a perderte me llevaste la contra, me llenaste la cabeza con fantasías e ilusiones. Y de la nada me cerraste esa puerta en las narices, no sé qué te hizo cambiar de opinión.

Cuando quieres hablar, escribes, cuando tú no y yo sí, me ignoras, te ausentas. He pasado malos momentos y no has estado ahí. Y sé que yo tampoco he estado al cien para ti como de costumbre, pero ha sido porque tú no has querido. Literal me sacaste de tu vida, me apartaste o al menos me excluiste en muchas áreas,  y me duele. No eres el único que quisiera reclamar un “creía que éramos mejores amigos”, yo también he pensado que nuestra amistad valía la pena y me he preguntado si la relación se ha roto o si hemos caído en el punto muerto. Creo que lo que menos necesitamos ahora es ponerle tanta carga a nuestra amistad, ambos nos hemos fallado.

No me había dado cuenta de que se te hiciera tan difícil quedar conmigo, y si no es así, me has dado esa impresión. Y entonces lo comprendí, sé que soy un poco lenta, no sé por qué me costaba aceptar lo que ocurría en realidad, mis verdaderos sentimientos, el por qué me siento tan ofendida contigo.

Y la situación se remonta a muchísimo tiempo atrás, cuando te conocí. Recuerdo perfectamente que puse condiciones para tener una amistad contigo, y era no mencionar que hubo algo antes de nuestra amistad, porque  que a pocos días de cansarte de ligarme a mí, me das la noticia que ya salías con Emily, y que además ya eran novios. Tu no lo sabías porque no existía la confianza en aquél entonces, pero pasaba por momentos muy dolorosos para mí, todo en un año. Demasiados cambios familiares, y  por si fuera el colmo, terminé con mí único novio formal en mi vida, que no lo amaba, pero si me apoyó y escuchó demasiado. Es una gran persona. Ahí, al mes de haber terminado con él, llegaste. ¿Estás de acuerdo que no estaba en óptimas condiciones para tener otra relación?  Además recuerdo a ver estado muy ocupada en la preparatoria y de verdad no podía salir contigo, no es que no quisiera. Y luego tú querías todo rápido, no sé,  ya querías tener novia o algo, y yo siempre te dije que primero debíamos ser amigos. Creo que fue fácil al principio asimilar que me habías cambiado, ya que no te veía a menudo. Entendí el rol que tenía que hacer y  por eso quería que estuvieras bien con ella, siempre, siempre te di consejos, te apoyaba emocionalmente, una que otra vez te acompañé a comprarle cosas, inclusive te echaba porras para que no terminaras con ella. Debo admitir que sí me sacó de onda todo al principio, pero se fue haciendo costumbre nuestra relación de amigos. Hubo una vez que empecé a sentir algo, algo más de cariño y así… en ese momento me alejé, fue como medio año recuerdo, porque no quería ser una intrusa en tu relación, o sea, era tu amiga, no me permití atravesar esos límites, no me iba a jugar nuestra amistad. Después de ese break, continué normal. Y entonces pensé que sólo había sido emocional, tu sabes, por el tiempo que nos dedicábamos. Pero en octubre, con lo que pasó, me sentí mal, sé que no necesitabas complicarte la vida teniendo otra relación, quieres disfrutar tu vida de macho soltero, y más que nada tratar de comprender y sanar lo que había ocurrido con tu ex, sé que fue fuerte para ti, te oí, te sentí llorar por teléfono ¿lo recuerdas? Por eso me sentí mal y pensé mil veces que la habíamos cagado. Pero entonces dijiste cosas, dije cosas, hubo más encuentros, muchos besos y me confundí. O más bien me di cuenta que siento mucho por ti, no sólo desde hace unos meses, sino desde el inicio. Y me avergüenza, lo juro, perdón, no debería ser así. Siempre quise mostrarme como una amiga, y por eso me aleje durante un tiempo y volví y todo seguía avanzando bien.
Estábamos bien. Siempre habíamos estado bien. Sin embargo nos equivocamos en pensar tanto en que si empezábamos a salir nuestra amistad se iría al carajo. Nunca consideraste  la posibilidad de que la relación mejoraría si dábamos el paso. Te confesé lo que sentía por ti y tú te apartaste, ¿te puedes imaginar si quiera lo mucho que me dolió? Aunque no lo demuestre a menudo, sí tengo sentimientos. Aun así te di tiempo y no dije más porque esperaba que… 

Sólo quiero que todo esté bien entre nosotros, que me regresen a mi mejor amigo.

Me ausenté porque intento aclarar mis propias ideas.
¿Que si estoy enojada contigo? ¿¡En serio no tienes idea de lo que me pasa?! “De verdad debió haber sido muy malo lo que te hice”. Me rompiste el corazón, doblemente. Eso pasa.  En primera porque tengo la sensación de que estoy perdiendo a mi mejor amigo. Espera, no, no sólo a mi mejor amigo sino a parte de mi familia, te dejé formar parte de mí mundo. Y en segunda porque si al menos no tendríamos un romance, esperaba que reaccionaras diferente, y no. No sé si lo tomé más en cuenta por el papel que formabas en mi vida, o porque esperaba una reacción distinta. Me sentí sin nadie ¿sabes? Normalmente corro contigo cuando tengo un problema de amores y necesito un consejo, pero ahora eras tú mi problema y no te tenía como mi mejor amigo.

Siempre he sido muy espontánea contigo, pero ahora no sé qué decirte, cómo reaccionar. Hay mucha tensión entre nosotros. Al principio estaba triste porque me habías bateado, luego pasé al enojo e indignación al leer tu estúpida y fría respuesta en instagram, si, esa donde estás con tu “novia”. Intenté que no me afectara, porque siempre dices que son redes sociales, que no todo es verdad, pero aun así cada día que pasa me siento más herida.  Estoy muy confundida, es mejor que nos tomemos un descanso.

No quería contestar tus mensajes porque necesitaba tiempo, y además, no quería escribirte algo de lo que me tuviera que arrepentir después, no quiero que nuestra relación de deteriore. Y si quiero que las cosas vuelvan a la normalidad, tengo que comportarme como si todo estuviera bien, pero tú sabes que no sé fingir.

No puedo, no puedo, no puedo. Me es imposible –ahorita- ser tu mejor amiga, serlo conlleva muchas cosas (darte consejos cuando estés mal con tu novia, o soportarte hablar de ella todo el tiempo, como con Emily) por eso quiero dar un paso atrás y comprenderlo todo. Y no estoy diciendo que nunca jamás vaya a serlo. Tampoco quiero que forcemos las cosas, como un día tú me dijiste, porque así no está padre… lo que quiero decir es que quiero que sigamos siendo amigos y que formes parte de mi vida y yo de la tuya, eres importante y siendo sincera, les da tu toque especial a mi vida. Pero ahora no puedo, por mí, por cuidarme. 

Todo cambió, tienes todas las vacaciones para divertirte y distraerte, cuando regreses, si quieres, si puedes, retomaremos el tema.

Hay que mantener intacto lo que queda de nuestra amistad, siento que si damos un paso en falso ¡bum! nuestra amistad saldría en pedazos.  
Quisiera sentirme cómoda junto a ti de nuevo.

Besos y abrazos. 

Nicki

Me llamo Arleth y tengo 15 años, como cualquier adolescente, tengo problemas para “comunicarme” con mis padres; es decir, ellos no me entienden y yo no los entiendo. Cada mañana se toman la molestia de repetirme lo mismo: “Arleth arréglate más, mira que fodonga te vas a la escuela”, “Arleth organízate”, “Arleth, arleth ¡Arleth…!” Bla bla bla. Ensordezco y sólo veo a mi madre por el retrovisor mover los labios ¡Qué fastidio comenzar mis días así! ¡Nunca me escuchan! Una vez más me he quedado con las ganas de reprocharles su ausencia, su carente paternidad.

Llego a la escuela, saludo a la directora, que como todas las mañanas hace acto de presencia en el pórtico del colegio. Se dirige a mi sonriendo y comenta "amablemente"
-“Buenos días señorita Arleth, queeeee… bonita viene hoy”
¡Hipócrita! -pensé. Ni siquiera volteé para observar su expresión.
Me dirigí a mi salón de clases y al cruzar la puerta miré a mis compañeros listos con bolígrafo en mano y papel sobre el pupitre; mi asiento está junto al de Diane, se podría decir que somos ‘amigas’.
Comenzó la clase. La señora cabello -como solía llamarla-, comenzó hablando sobre la historia de México, muy interesante el tema, debo decir. De pronto alguien osa interrumpir, era la directora llamando a la puerta. Tras su larga falda estaba un chico cuyo aspecto era notablemente distinto.
-“Hola jóvenes, quiero informarles que Nicolás Fernández va a formar parte de su grupo de ahora en adelante, les pido que sean amables y lo integren al grupo”
De pronto la maestra cabello cambió de lugar a Diane para que Nicki se sentará junto a mí y le ayudara con los apuntes. Volteé a ver a mi nuevo compañero y gesticulé una sonrisa. Nicki era un chico que tenía labio leporino, este es un defecto facial donde el labio superior y el paladar no se desarrollan correctamente dentro del vientre. Al terminar las clases, la maestra me detuvo unos segundos para pedirme que le prestara mis apuntes a Nicki. Tomé el autobús escolar y justo una cuadra antes de mi casa veo que se baja Nicki. ¡No puedo creerlo, vive cerca de mí y jamás me había dado cuenta!
Llegando a mi casa, mi Nana ya tenía la comida hecha y la casa impecable, lo único que tengo que hacer es ‘portarme bien’, ‘comer bien’ y ‘hacer mis tareas’ tal cual como mis padres siempre atosigan. Ya eran las cuatro de la tarde y yo ya había terminado. Así que decidí ir a casa de Nicki para entregarle las libretas. Llamo a la puerta, toc, toc. Sale una moderna y amable mujer, su madre.
- Hola señora, me llamo Arleth y soy compañera de Nicki. La maestra me pidió que le prestara mis libretas a su hijo para que ya no se atrasara más.
- Qué amable de tu parte, pasa. ¡Nicki, hijo, baja por favor, vinieron a verte! Toma asiento Arleth.
- Gracias Señora. Hola Nicki, te traigo mis libretas.
- Wrolla. Grajeias Arjlet.
Sinceramente, no comprendí nada de lo que dijo. Tomé la decisión de irme lo más pronto posible. No fue porque no me cayera bien ni nada, sólo que no deseaba hacerlo sentir mal o algo parecido.
Ya son poco más de tres meses que Nicki y yo nos conocimos, ha sido un largo proceso de integración, del grupo con Nicki y él con nosotros. Le hemos ayudado a mejorar su pronunciación, su lenguaje corporal, su gesticulación facial etc. Él nos ha enseñado a entenderlo, que podemos aprender unos de otros, a tener paciencia y a unirnos como grupo.

El viaje, la vida.

Observo a la niña que viaja en el mismo transporte que yo, una ruta seis con destinos diferentes.
Es su mirada de duda, curiosidad, de asombro. Me impresiona la fuerza con la que se sostiene, sus manos aferradas al asiento por causa del turbulento viaje. ¿Es acaso los choferes no saben manejar o todos ellos asistieron ala misma escuela? 
Mis letras también sufren una transformación por el viaje. 

En un asiento cercano al mío viene un personaje a quien también le observo la mirada. Es un señor a quien le calculo ochenta y cinco años aproximadamente, viste elegante y sostiene un folder con ambas manos. 
Pero qué mirada, demonios. Siempre me he preguntado en qué medita una persona a esa edad, qué aspiran, qué sueñan. Creo que su mirada al vacío -hundida en el vacío- dicta soledad, no lo sé. 
Las miradas  son el reflejo del alma de cada persona, ahí, donde los disfraces no existen.

Un par de señoras a mi lado -amas de casa por lo visto- periquean sobre sus maridos y se empavonan con sus hijos. Son conversaciones donde una puede aprender a ser "mujer, madre y esposa", y lo escribo entre comillas porque dudo que ese sea el fin de cada mujer en la tierra, ser sólo eso. 

Se quedó dormida después de tanto arrullo, la pequeña quedó cobijada en los brazos de su madre quien con delicadeza plantó un beso en su frente y la sostiene. 
¿En qué momento se fue el anciano? Supongo que así de rápida es la vida y la estancia en la tierra. Es como un transporte público: compartimos unos momentos juntos y luego nos vamos, salimos y entramos en la vida de tantas personas y sólo en algunas decidimos y nos permiten compartir todo el viaje, la vida. 





Amor con receta.

No te preocupes, son los mismos altibajos que la vida te hace pasar.
Por favor, no te angusties, lo que menos quiero es causarte tristezas.

Eres una de mis felicidades, y aunque no lo parezca, me haces tan fuerte. Puedo sentirme invencible con tus palabras de aliento, con tu abrazos eternos, con tus miradas de amor, como si me acariciaras el alma. 

Lucho para que la vida me muestre una buena cara, lucho para encontrar el momento oportuno para sobresalir, para perseguir lo que quiero, y siento mucho que eso cueste el distanciarnos.

Estoy consiente que el precio es bastante alto y que quizá, si todo me sale mal, me pueda arrepentir.
Arrepentirme por el tiempo que perdí lejos de ti, arrepentirme por la ausencia, mí ausencia, porque sé que tu siempre has estado ahí, en aquel lugar esperando mi llegada con un café, un café frío sobre la mesa, porque nunca he llegado al encuentro. Arrepentirme por las cosas que nunca te dije y los sentimientos que nunca te demostré, arrepentirme por las cartas que nunca te entregué, y los momentos que no te di...
Tiempo, detente muchos años.

No es que ahora tenga un agujero en vez de corazón. Soy la misma persona, la más sensible que podrías conocer,  la que te demuestra poco por imbécil o por cruel, contigo, conmigo. No sé.

Te debo una disculpa. Es mi culpa, lo sé.


Lo leí en un libro, me encontré entre esas páginas, en esas letras decía: "No esperes más. Si no, vas a hacerle daño a todo el mundo al mismo tiempo". Lo leí y me derrumbé en lágrimas infinitas y en llantos ahogados.
Parece que el autor supiera que lo iba a leer. Fue el momento justo, el apropiado. Lo leí y te recordé a ti, te recodé diciéndome que mi ausencia lastima, duele, enfurece.

Todo el mundo hace  lo que puede. Con sus heridas, sus pesares, sus nuevas alegrías, con sus nuevas y mejores emociones, y con el tiempo que tiene, que vive y que ve pasar. Son cosas raras de la vida.

Te pienso al escribir, te pienso todos los días, en tus palabras sabias sobre todo, y quizá creas que sea poco para ti.
No quiero esperar más. Odio la espera. He pasado cada minuto de vida esperando no sé qué y es cansado. No te quiero perder, no quiero que me olvides.

"Alguien me dijo que el olvido está lleno de memoria".


E=MC², mon amour et F(X)=TAN X CUANDO X=π/2, votre amour.

Tengo miedo, y con esta frase voy a comenzar.
No lo planee, no lo vi llegar. Tampoco esperaba que esto nos sucediera. No esperaba tenerte, que me tuvieras. No sé si lo arruinamos.
Me invade el miedo al decirte todo esto a la cara, tengo miedo -de una manera absurda- de lo que pienses de mí, de mí reacción, de mis sentimientos.

¿Y sabes qué? es estúpido. Me conoces bien, eres mi mejor amigo, y sabes como soy, conoces algunas de mis respuestas, y lo que mis expresiones connotan, como si tuviéramos una conexión mental. Pero lo que no sabes, es descifrar mis silencios, cuando agacho la mirada, y cuando digo que perderte sería una calamidad para mí.
Quiero dejar de usar esa última expresión como excusa para no decirte lo que realmente siento, como tu excusa para no decirme la verdad. Como nuestra excusa para no olvidarnos.
No me hables con la boca llena de mentiras.

"Cuanto más me adelanto en la vida, más me doy cuenta de que eso es verdaderamente lo único que le importa al hombre: ser amado. Todo lo demás puede resultar agradable y simpático, pero no llega al fondo del problema".
Y me he puesto a recordar, Chatito, desde que te conozco han sido buenos momentos y grandes experiencias.  Siempre he estado para ti, es así como yo te demuestro mi amistad: escucharte, darte consejos, ser tu apoyo para seas más fuerte, reír, dormir, estar a tu lado...
Me dolería pensar que este bonito y pequeñito cariño se deshiciera.
Tengo claro el recuerdo del momento en que recibí tu solicitud de amistad, las primeras pláticas, la primer discusión, la primer vez que te vi, las charlas por zello, whatsapp, twitter, chat, los encuentros, los desayunos, los paseos, los cumpleaños, los 'buenos días', los primeros apodos...
El beso cambió todo, fue esa delgada línea. Y la cruzamos, no recuerdo quién invitó al otro, pero recae en ambos una responsabilidad.

Me quedé con ganas de gritarte, de hacer que reaccionaras, que te dieras cuenta cómo las respuestas me iban lastimando. Me quedé con ganas de besarte, de que me abrazaras, de sentir tu ternura.
Pero me quede quieta a tu lado, fría, sin reacción alguna, sin respuestas  hábiles, sensatas. Sólo pude susurrar un "está bien" y mi mente divagaba, me preocupaba lo que seguiríamos siendo. Quizá hubiera sido más fácil para mi sernos al fin, que retroceder mil pasos. Pero lo fácil quizá no siempre es lo mejor, no sé.
Tiemblo, me emociono, sonrío, lloro, todo mientras escribo esto, espero que tal energía recorra tu sangre y tu mente  mientras mis letras pasean por tus ojos y mi voz te lee al oído.
No sé si somos parte de un juego o del hilo rojo colocado por Dios sabrá quién. Y si este es un reto, sé que vale la pena lucharlo, juntos. Porque aunque no nos necesitamos para vivir, tu compañía me hace bien. 

Un beso en la frente es todo un ''te amo'' sin palabras.
Siento un calor húmedo en la mejilla, algo suave que se desliza por ella. Sólo me queda inclinarme ligeramente, tal como he previsto, y ya está. De repente sale el sol, miles de lámparas se encienden y mi ruido interno se calla. Lentamente desaparece todo en un travelling de retroceso, y mi dorado sueño se apoya por fin en mi boca.

No es que quiera cambiarte algo, pero ambos sabemos que no estás bien. Y agradezco tu sinceridad,
siempre lo has sido, me has advertido cómo actúas y quién eres actualmente, lo avisas -dices- porque no me quieres lastimar, porque es injusto para mí, y que no merezco a alguien así. Nadie mejor que tu para saber  lo que permites en tu vida y determinar tus elecciones, pero ¿no soy yo una buena elección?

"Siempre me han tocado esa clase de corazones que retan mi amor y no de los que se complace en descubrirlo. Esos amores que se quedan un rato en mi corazón y no en mi vida".

Cuando digo amarte no es sinónimo de estar enamorada de ti, tu sabes que nunca lo he estado de nadie y realmente no sé si pueda algún día amar con tal intensidad, pero bueno, más bien es sinónimo de quererte y pensarte de la forma más dulce, pura y tierna, es que quiero que crezcas, que evolucione tu pensamiento,que alcances tus sueños. Quiero verte brillar y estar ahí contigo, en las buenas y en las malas. Te respeto y confío en que no harías algo intencional para lastimarme.
Admiro tu fuerza para salir adelante pese a los malos  momentos por los que has pasado, pese a las tormentas que has atravesado, sigues caminando. Eres como una palmera.
Conozco tu pasado, tus secretos, tus errores, tú corazón maravilloso, tú ternura y firmeza. Jamás te juzgaría, por nada, absolutamente nada, al contrario siempre puedes contar conmigo, y sé que tu tampoco me juzgarías y sé que puedo contar contigo a cualquier hora del día.

No quiero lo peor de ti, te quiero entero. No quiero ser tú juego, ni tu desmadre. Al leer y escucharte decir que te gustaba, te interesaba, y todo bello que leí de tus labios fue como un tranquilizante,  pero me suenan también a palabras huecas, no te culpo del todo, pero dudo de las palabras que no se acompañan con hechos. Lo siento.
Necesito un amor del bueno, no estereotipado, que dure pese a mis ideas de la vida y el amor y pese que el amor no confía en mi. Bueno, a veces ni yo confío en mí. 
"El amor es una gloria y a veces un accidente que se produce  y de repente te cambia toda la historia. Todos tenemos algo en nuestro interior que nos conmueve, nos atrofia, nos tortura. El mío es el amor, las relaciones amorosas, las parejas. Admiro y odio al amor, me tiene tan desdichada, tan melancólica. Sólo le agradezco la poesía que me permite escribir, la inspiración idiota que me regala y -en algunos casos- las personas con las que me permite coincidir."



Tama, hija, es hasta mañana...

20 de septiembre del 2014
El tiempo transcurre lento y rápido a la vez.
Llegar a casa, donde toda la familia religiosamente se congrega cada fin de semana no ha sido lo mismo sin ti.
Un pedazo de nosotros se fue. Murió.
¡Estoy enfurecida con la vida por arrebatarme de ti siento yo tan joven!
Como quisiera tenerte en mi presente y entablar largas pláticas contigo. Quizás, ni siquiera aún tengo tu nivel intelectual, pero de ti aprendería mucho. 
Mi abuelo, cuánto te extraño.
Recuerdo que la última platica que tuve contigo fue sobre mi hogar, sobre mí y mis hermanos. Me tomaste de la mano y me contabas cosas sobre mis papás. Jamás olvidaré esa mirada de ternura y amor que transmitías. 
Abuelito, te extraño y siento que no te valoré lo suficiente. Era yo en aquél entonces una niña y lo único que me interesaba era jugar. Esas pocas ocasiones, pero eternas en mi memoria, cuando me hablaste de tu estancia en Acapulco, tus amigos y me mostraste algunas fotos de cuando eras joven. Cuando me ayudaste en mi tarea sobre las partes de los volcanes, recuerdo que me prestaste uno de tus libros. O aquella ocasión en que, jugando con mi prima Mariana a la pelota, sin querer la volamos a la casa del vecino y yo imprudentemente quise brincarme la barda e ir por ella. Gracias a Dios estabas ahí, en tu sillón de siempre dormitando; donde estabas hacía reflejo entre la ventana de la puerta y la barda donde quería cruzar, me preguntaste ¿A dónde vas Anahí? -A ningún lado abue, tu comentario siguiente dejó huella en mi corazón, -No me mientas, el hecho de que esté aquí sentado no significa que no me dé cuenta de lo que pasa en esta casa, así que bájate de ahí que te puedes caer, esa barda no está bien puesta.

Por supuesto que en ese momento no quedé muy contenta, pues no había otra pelota con qué jugar. Pero de verdad tenías razón, siempre has tenido la razón, eres una persona muy sabia y hubiera querido tenerte más conmigo.
Nunca fuiste un abuelito muy apapachador o besucón, pero ¡ay, cómo nos cuidabas!
Tengo tu leve recuerdo de cuando tenía cuatro o cinco años, sentado en la puerta, cuando todavía era una rejita, sentado ahí por las tardes saludando a los vecinos que bajaban a Terrazas de San Antón. 
Te recuerdo también muy activo y vívido, arreglando el jardín, sembrando plantas para gusto de mi Jechu, mi abuelita, tu mujer. Te recuerdo escribiendo sobre la mesa de la cocina, solo y pensativo, te recuerdo bebiendo un caballito de tequila después de las comidas. Te tengo en cada Octubre leyendo a voz alta tus calaveras tan famosas.  Pero últimamente sólo son escenas y cuadros borrosos. Perdóname por favor.
Una mañana, estando en la preparatoria, me llamó mi papá, tu hijo, diciéndome que estabas muy enfermo y que si tenía la oportunidad, fuera al Salto.
En aquella época vivía en Yuatepec, sólo fui avisarle a mi mamá de lo que pasaba y me dio un recado para ti, recado que no escuchaste.
Iba pidiéndole a Dios por ti y tu salud, sin saber lo que realmente pasaba. Llegando, vi a una tipo ambulancia estacionada fuera de la casa, con sus puertas abiertas y me recibiste, me recibiste saliendo en una camilla, me preocupé, no me dejaron hablarte ni tocarte. Todo fue muy rápido. Oía dentro de la casa llantos y gemidos.
Entré y pregunté a mi padre qué pasaba y a dónde te llevaban, me dijo, -tu abuelo ya está con Dios, y me abrazó muy fuerte. No pude llorar, estaba en shock. 
Lo siguiente que recuerdo fue a Jana, mi prima, diciendo entre sollozos que Dios te necesitaba con él, y la abracé. 
No iba preparada para despedirme para siempre de ti.
Enseguida nos trasladamos a la Hispano Mexicana para velarte y darte honor. Ahí llegaron  todos tus conocidos, amigos, hijos, nietos y bisnietos. 
Ese día comprendí lo odioso que suena el "mis pésames" o "siento mucho la pérdida". Odie todo, los invitados, el olor de las flores y que te fueras.
"Aún recuerdo a las personas y sus voces impostadas intentando mostrar dolor, teatro del bueno para consolar a alguien más".
No podía asimilar que eras tú quien estaba en esa caja descansando. Nunca había fallecido alguien para mí cercano y mucho menos de mi familia.
El rostro de Eustacia de Domínguez era un tanto indescriptible, parecida a una niña pequeña e indefensa, no levantaba mucho la vista del piso, la vi tan triste y desalentada. Tus hijos e hijas, trataban de hacerla fuerte y a su vez sufriendo con ella tu partida. Si hubieras visto la escena, te sentirías orgulloso, pues siempre nos inculcaste la unidad.
Esa noche, mis primos y yo regresamos a la casa para descansar, los demás se quedaron contigo.
No pude dormir, me quedé en la sala hablando con unas amigas, cuando de repente, winni, el french poodle de Inés, y vaca, el chihuahua de Irene comenzaron a aullar frente a tu sillón. No me dio miedo, pero tenía muchas ideas rondando en mi cabeza. 
 
Enterrando tu ausencia.
Al medio día, yacías junto a tu madre, en el panteón al que todos los Domínguez vamos a ir a dar.
Lágrimas, ruidos, palabras y la familia. Eso en conclusión. Mi abuela lanzó la primer flor y aventó un puñado de tierra diciendo -te extrañaré mi viejito, pronto volveremos a reunirnos.

¿Y súndara? balbuceaba Miri, la más pequeña de tus nietas, miestras que Marcela, su madre, disimulaba sus lágrimas frente a ella.
Tu sillón hoy forma parte de la habitación de jechu, y en su lugar un altarsito quedó. 
Mi abu me hablaba de lo último que hiciste antes de morir, transcribías un poema tuyo y saliste al patio cuando resbalaste al bajar un escalón. Jechu salió corriendo por ti para  tratar de levantarte, dice que lo último que le dijiste fue -Ya estás vieja mujer. Y te fuiste.
Considero una forma bella de despedirte de quien vivió una vida contigo, te dio hijos, amor y cuidado; consumándose su promesa "hasta que la muerte nos separe". Tu frase además, es muestra de conocer la fuerza de tu mujer en cada una de sus etapas de vida. Un día quiero ser como tu, escribir como tu.
El legado y enseñanza que dejaste trascenderá mucho, como "tama" la palabra que sacaste de no sé donde, es con la que nos despedimos por las noches.
"Siempre he creído que en la vida hay personas que te alimentan, que te quieren y que necesitas de tal manera que cuando los pierdes nadie puede llenar ese vacío".
Tu recuerdo salta a mi mente.
Tenía tantas ganas de aterrizar estas letras desde hace un tiempo, pero no podía, no tenía los pensamientos organizados en mí mente, escribo esto a sabiendas que no lo leerás, pero como alivio y paz a mi alma.

Una carta para Carlos Domínguez Ayala, esposo, padre, abuelo, amigo, poeta y autor de grandes obras, escrita con amor y esperanza de la china, tu nieta. Tama.

Inspiración y ejemplo a seguir para sus familiares. 

1996, En algún mes, algún día…

No soy de las personas que suelen recordar cosas con exactitud, cumpleaños o fechas aparentemente importantes. Tengo que hacer una excepción. Mi profesor de Literatura me pidió hacer un ensayo de "¿Cuándo supe que estaba viva?” (es todo un reto, debo decirlo), trabajo realizado como exploración del tópico literario a propósito del Tempus fugit, recurrente en la literatura universal.
Hay tres cosas en la vida que me pueden hacer llorar: 1. Cuando veo llorar a alguien más. 2.La frustración 3. Y recordar. Desde hace seis horas (exactamente) no he logrado poder obtener ni un mísero recuerdito, sólo son difusas imágenes. Por tal motivo recurrí a mis papás para que me ayudaran.
Le pregunté a mi papá qué edad tenía cuando me regaló el perrito de peluche que holgazanea en mi cama, fue vana la pregunta, había olvidado que de él heredé la memoria a corto plazo. Por eso decidí ir con mi mamá, ella se acuerda de todo, hasta el mínimo detalle.
Lo mejor de oírla recordar es que puedo regresar al pasado, cuando ella comienza a relatar, nada puede detenerla. Quizá lo que más me impacta es que, siempre que vuelvo, el recuerdo es diferente. Y sí el recuerdo es diferente uno acaba siéndolo también, porque ahí están las raíces y sí mis raíces cambian, también cambiará mi tronco.
Comenzó hablando sobre el momento en que nací, mi peso, qué tan pequeña era. “Eras una ternura”, comentó presionando mis mejillas. ¿Era? ¿¡O sea que ya no lo soy?! Como sea…
Antes de que mi madre se soltara en un mar de lágrimas, decidí platicarle los recuerdos que tenía y que ella me fuera diciendo el orden cronológico correcto. No funcionó, porque a pesar de ello, lloró un poco.
Íbamos imagen por
anahí imagen, hasta que recordamos el desagradable y amargo ayer. Todo tenía sentido.
Creo que olvidé mencionar esa parte, tuve una infancia un poco, digamos, triste. A los pocos meses de que nací, mi mamá repentinamente enfermó de LES, una enfermedad autoinmune crónica. Meses más tarde, la enfermedad avanzó a los riñones, volviéndola crónica (que es la primera etapa) y tiempo después, en terminal (última etapa). Los pacientes de LES, tienen síntomas, entre muchos otros, de bipolaridad.
Mientras mí mamá y yo platicábamos, vino a mí una imagen como flashback. Tenía un año (según dice ella) cuando ella le determinaron insuficiencia renal terminal, lo que conllevaba todos los síntomas, no sólo en ella, sino en toda la familia.
La bipolaridad no es controlable en el paciente, por lo tanto, la familia debe sobrellevar y comprenderlo. Pero, ¿cómo haces entender a una pequeña de un año y a otra de dos? ¿Cómo les enseñas que deben sobrellevar a su mamá?
Era 1996 vivíamos en Altavista, en un departamento de casas GEO que se encuentra al norte de Cuernavaca. Ahí es dónde obtengo mi primer recuerdo. Tenía un año. Dice Alex (mi mamá), que mi hermana y yo éramos inquietas y juguetonas, como cualquier personita en esa edad, claro. Ella ya presentaba síntomas de bipolaridad, convertía en algo difícil la comunicación y trato no sólo con mi papá, sino también hacía nosotras. Recuerdo que esa ocasión, estábamos llorando y mi mamá se desesperó de oírnos a las dos gritando y llorando. Ella nos pegó y jaloneó tan fuerte que sólo se empeoraron las cosas.
Recuerdo que mi hermana y yo pegábamos en la puerta gritando por mi papá, que viniera por nosotras y nos llevara con él a su trabajo. Recordar es duro y difícil. Mi mamá cree que es necesario pedirnos perdón. Yo no lo creo, nada fue intencional.
La ciencia médica le daba cinco años de vida nada más. Hoy tengo 20 años y mi mamá aún está con nosotras. Con los mismos síntomas, la misma enfermedad terminal, el LES apagado, pero no es ni está como antes. Las cosas han mejorado.

Mi propio vivir a través de la lectura

A veces no sabemos cómo empezar a escribir algo, ¿las razones? 1. No sabemos por dónde comenzar, 2. No conocemos suficiente el tema y 3. Por no tener el hábito de leer. Podemos decir entonces que a falta de lectura, falta de cultura, ortografía, coherencia y redacción. Es como el efecto domino.  Cuando comencé a leer por primera vez un libro completo, fue durante la primaria con la biblioteca escolar que habían instalado en mi salón, en esa época me gustaban los cuentos, los cuales llevaba a mi casa para leerlos para mí y en ocasiones a mi mamá.
Después, simplemente la lectura pasó a segundo término cuando comencé a hacer muchos amigos y tenía actividades extras de la escuela. Error garrafal. Pasado un tiempo, me encontré en casa una novela empolvada de Patrick Cauvin de los años 80’s, Un pequeño romance, un libro  con pastas un poco deshechas de la esquinas y páginas amarillas. Nunca olvidaré su olor a libro viejo, supongo que lo primero que atrajo mi atención fue la imagen de portada, eran Daniel y Lauren, y enseguida imagino una de las frases que se dicen: “con este beso pirro, mi alma te entrego”.
Fue la novela que me enloqueció, inspiró, enamoró y me hizo volver a lectura.  No podía entender cómo es que muchos de los textos ahí plasmados identificaban con mi forma de pensar, ¡estaba emocionada leyéndolo!, conocí un nuevo cine, el romance adolescente y soñador que en aquel entonces tenía a fin, la forma en cómo está escrito y las emociones contenidas. La historia, el drama, ellos viviendo un gran amor, cual joven descubriendo el mundo.

A mí me encanta subrayar frases o textos de los libros que me ayudan a comprender lo que me pasa, y reconocerme dentro de la historia. Algunos piensan que los libros no se deben ‘rayar’, pero  si lo hago, no es porque no quiera a mi libro, sino al contrario, porque pasando un tiempo sé que los detalles de la historia no estarán completos en mi memoria, pero abriendo el libro y releyendo todas mis citas, hará que lo recuerde y quiera  volver a leerlo de nuevo.
Después continué leyendo una que otra novela que me iba encontrando, y seguía maravillándome del hecho en que parece que las palabras están escritas para mí. O eso me imagino yo. Por ejemplo, cuando leí La tregua  de Mario Benedetti, causó revuelo en mi mente, pues toca muchas ideas y contrasta otras, hasta llegué a identificarme con Blaquita, hija de Martín Santomé, y por capítulos, con Avellaneda. Al Señor Santomé lo identifiqué con cierta persona que le dije: -alguien escribió porciones de tu historia, tienes que leerla.
Dice mi profesor de literatura J.P. Picazo, que los autores desnudan su alma al escribir, como dándosela a los personajes. En una de sus recientes clases nos habló de la maravillosa Louise Marie Rosenblatt, autora de la teoría transaccional o exploración, una maravillosa forma de leer, ya que no aparece como un proceso a ser explicado, sino a ser vivido.
Rosemblant dice que “la lectura es un acontecimiento, una experiencia que se vive en el tiempo, no sobre el tiempo, que es irrepetible y singular. Por esto, convierte al lector en una estimulante experiencia. La literatura como su experiencia cultural, una forma explorar emociones ajenas y acercarse a las propias”.  Aplicando  el esquema de comunicación en la teoría, el autor es el emisor, el lector es el receptor, y el texto es el mensaje, el feedback aparece en la mente del lector, pues ahí confrontamos nuestros pensamientos con los que dejó el autor en el libro. Amenos claro, que el autor esté vivo y puedas externarle todas tus dudas y tal respondiese. Estas son algunas cosas que examina la teoría de Marie, una transacción entre el lector y el texto.
Picazo hablaba que a medida que avanzamos en una lectura se van activando muchas ideas de nuestro pensamiento, como la cultura, la sociedad que nos rodea, la situación y propósito que nos llevó a ese texto particular en ese momento particular, los personajes, e incluso nuestro estado emocional influirán en lo que hagamos con las palabras, los sentimientos y las sensaciones que se presenten. “Conforme construyamos significados, iremos interpretando, reflejando, evaluando, aceptando y rechazando los significados del texto”.
 La autora menciona que “debemos prestar atención no sólo a la idea, la teoría y procedimientos, sino también a las sensaciones, emociones y actitudes que rodean las ideas, escenas y personalidades que están siendo concebidas, la primera sería la forma de lectura "no literario" y la segunda lo "literario”. Una forma de representar esa dualidad es lo  referencial y el afectivo. Estas  siempre estarán presentes en cierta medida durante la transacción y sus formas de lectura, son diferentes pero no contradictorias, pues forman parte de un contínuum”.
En el contínuum tiene dos extremos, el primero es la atención selectiva del lector, la estética, que es la adopción consciente e inconsciente, es cuando el lector adopta lo que piensa y siente, en lo que vive a través y durante el acto de lectura. Y el segundo, el eferente, es cuando el lector está centrado en lo que “se lleva”, en lo que retiene después de leer un texto.
Además del énfasis que pone Rosenblatt sobre “la forma en que nos proyectamos en los factores sociales y personales de la literatura, también nos dice que  contribuye a nuestra formación como ser social y sensibilizarnos para el ejercicio de la democracia. Los ciudadanos de una democracia requieren la capacidad de leer en todas las formas: literarias y no literarias”.

Cuando oía al profe desarrollar el tema del día, estaba anonadada, pues como ya explicaba, siempre tuve la sensación que la lectura estaba escrita para mí, y mejor dicho, pasaba que  la teoría de transacción estaba desarrollándola inconscientemente. Lo que me quedó aprendido, además del tema, es la forma de dar una clase, pues no nos enseña sobre literatura, en cambio nos hacer vivir la literatura como  estudiantes, algo digno de ser reconocido.

Barullo lógico - sentimental.

Por un lado está el momento, el sentimiento, el contacto, su intelecto, las caricias, la pasión, la entrega, la intensidad, los besos, los abrazos eternos y apretados que lograrías escuchar latir su corazón al ritmo que el tuyo... el deseo atolondrado.
Las miradas de luz perpetuas, la simpatía, la amistad, la cálida compañía, el suspiro, la inspiración, el anhelo, las letras soñadas, las cartas dedicadas, el destinatario, los pensamientos, las citas, tener con quien beber café y pasar las tardes, las canciones dedicadas, las películas en compañía.
El afecto, la unión de dos mundos... un mundo, el compañerismo, los gustos compartidos, el apoyo, la necesidad de alguien, la comprensión, el aprendizaje alternado.
Los segundos,las horas, los días, la vida con alguien.



Por otro, está lo complicado, lo difícil, lo imposible, lo mutuo o lo unilateral, la pérdida de individualidad.
Lo triste, el compromiso, la responsabilidad, el "amor eterno".
La falsedad, la hipocresía, el aburrimiento, lo estable, el desprecio, la patanería, la soberbia, las ridículas citas, encuentros forzosamente programados y lo poco interesante que resulte ser.
El hastío, la invasión, la pérdida de libertad, el sometimiento, el machismo, el matriarcado.
Los pleitos, el maldito orgullo, el perdón, el perdón a medias, el resentimiento, el olvido, la omisión.
El trabajo, el salario, la profesión, la calidad de persona que sea, su ideología e idiosincrasia.
El matrimonio,la boda y su fiesta; los invitados aquellos 'testigos' de su unión, el dinero desperdiciado, lo voluble, la apariencia,la seguridad, "la persona correcta".
Las familias, el acuerdo, el nuevo hogar, los hijos, la paternidad y maternidad, el embarazo, el sufrimiento, los dolores, el arrepentimiento, el encuentro de una nueva especie de amor.
El cambio en la pareja, el reto, el amor que apenas les sobrevive, la infidelidad, el divorcio o distanciamiento que prácticamente es olvido.

¿Y aún me preguntan por qué? La respuesta es fácil.
He logrado enumerar las cosas a favor y en contra, lo que hace más difícil la decisión, el hallazgo y el amor. Todo desde mi perspectiva.
Es como una guerra en mi mente.
Cada que conozco a alguien y me interesa, la lista salta a mi cabeza y me impide avanzar.
Cada vez que pienso en poder tener una relación amorosa, mi mente automáticamente piensa en la realidad antes que en la idea disney sobre el príncipe azul y el "vivieron felices por siempre".

"Sólo el amor profundo puede traerme al matrimonio y que, por supuesto, trae algunos problemas con él..."




Autobús viajero.

Le lloro a mi soledad por ser tan dulce y tan amarga,
por ser cálida y oscura,
por ser arbitrariamente eterna,
por ser cruda, real, amoral, justa e injusta.

Amarga, dulce, amarga...

Le lloro a mi soledad porque no tengo a quien más llorarle,
porque se me agotan las posibilidades,
porque la causalidad se ha convertido en casualidad,
porque simplemente  quiero llorar, y mi soledad lo justifica, lo vale y lo amerita.

Le lloro a mi soledad para que vuelva,
que regrese a mi y  me inspire, me renueve,
que me refresque los lagrimales tan secos por mi existencia y su ausencia.

Te necesito soledad mía.

Me enamoré del frío que hallé como pretexto para abrazarte.

¿Por qué nos enamoramos más de la circunstancia que de la persona?
Es decir,  a veces anhelamos más que haga esto o aquello por nosotras que por enamorarnos de los defectos y virtudes de él. Vivimos creyendo que tiene que hacer circo, maroma y teatro para que nos podamos enamorar. Y no digo que no use sus trucos seductores o que no haga méritos para conquistarnos, me refiero a lo opuesto,  a que prefiramos "enamorarnos" de lo que haga.  O simplemente te enamoras de su postura social o económica, de su familia, de su empleo, de su mente, del momento, de la ilusión con que aborda tus sentidos,  pero no de su esencia. 

Tendemos a etiquetar la "clase" de chicos que nos gustan como un acto egocentrista y ambicioso.
Y cuando deje de hacerlo o serlo, el encanto acabará.
¿Será que el amor en el siglo XXI se volvió audaz y egoísta? ¿Será que el individuo ha olvidado el sentido de amar? ¿O seré yo, será mi perspectiva hablante, escrita, pensada, mil veces pensada, será esta terrible filofobia? 

Sueño con tocar la luna.

Me encuentro en un punto de la vida donde no sé hacía donde ir, qué hacer o qué decir. Estoy muy confundida.
Infinitas razones que me agobian el aquí, el ahora.
"Mi problema" desde pequeña es que soy muy soñadora, muy ilusa. Creo, además, que la vida es fácil y ligera. Digo que es "mi problema" porque siempre me han dicho todos que eso es un problema, aunque a decir verdad, creo que es mi mayor cualidad: Soñar.

Siempre he querido serlo todo, hacerlo todo, sin enterrar los pies en la tierra, como queriendo dar brincos enormes. Algunos los he dado, otros los han truncado o mis miedos lo han impedido.

Dilema mental:
Quiero estudiar, acabar mi carrera profesional. Quiero vivir antes de trabajar, viajar, viajar, viajar antes de encerrarme en una rutina, con un jefe que me diga qué, cuándo y cómo hacer algo o qué no. Aunque al mismo tiempo quiero dinero, quiero ejercer lo que he ido aprendiendo y cosechar lo que he sembrado. Trabajar sólo para probarme, para saber qué puedo hacer y qué debo mejorar para lograrlo. Debo decir que nunca he trabajado, lo que lo convierte lo laboral en desafío.Y también trabajar para costearme la vida, independizarme un poco de mis Padres.
Pero todo ahora, o más bien, no encuentro los pies y la cabeza, el orden en que debo vivirlos. Necesito respuestas ya,ya,ya.
 De verdad quiero hacer algo más, algo más de lo que me he propuesto. Aventurarme a la vida, hacer cosas por gusto personal, que me sobren los pensamientos lógicos, coherentes, los cálculos y las circunstancias.
Aveces quiero tumbar puertas con los puños.


Remedio en dosis:
Obviamente, he aprendido a saber elegir, saber convertir un sueño en realidad.
Para ello, me enseñaron a aterrizar mis ideas, saber interpretar las oportunidades y abrazarlas, aprovechar cuantas puertas se abran.
Hace mucho alguien dijo:  "Si alguno de ustedes quiere construir una torre, ¿acaso no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? De otra manera, si pone los cimientos y después no puede acabarla, todos los que lo vean comenzarán a burlarse de él, diciendo: “Este hombre empezó a construir, pero no pudo terminar".
Esas palabras han sido la clave cuando me encuentro en dilemas de vida como éste.
Es muy importante tener metas, objetivos y una visión de la vida, pero si llegas a vivir lo desconocido, lo no pensado, o cosas espontáneas que te sacan de la rutina o ponen tu mundo al revés, no las ignores, más bien añádelas a tu ridículo plan de vida. Ridículo, porque sugiero no tener uno... me creerán loca, pero esa parte de la vida es la que más disfruto y la que más te ofrece la vida.

Busca todas las posibilidades habidas y por haber, pero nunca te canses de perseguir tus sueños o perseguir la vida.
"La vida es muy corta, disfrútala, explótala y vívela" Me lo repite mi abuela, y tiene razón. El tiempo pasa demasiado rápido y tenemos que saber vivirlo.

No sé qué vaya a suceder con mi profesión, mi vida o con mi fantasma implacable del futuro, por tanto, ésta carta no tendrá final.
 Aunque por ahora, me siento sin mordaza, desahogada y con paz.


He cambiado.
¿Los cambios son letales? Quizá... sólo si olvidas tu origen, de tu esencia.
No te falles, esa es la respuesta.

Porque si te fallas, porque si cambias lo que realmente quieres, lo que realmente esperas y lo que  realmente eres, no podrás vivir, no podrás vivir contigo mismo.Te lo digo por experiencia.

En los viajes de la vida se te presentan oportunidades e infortunios, cosas que te hacen avanzar o tropezar, pero, ¿qué importa si caes? En eso consiste la vida, en caer miles de veces, pero ahora que sabes eso, ten la fuerza necesaria y levántate de ahí.

Rodéate de personas que te animen y desanimen, personas que te eleven a lo más alto del universo y con aquellos que con una sola frase te hagan regresar a lo profundo de la tierra. Pero no seas extremista, no te vuelvas como ellos. Sé quien tenga el equilibrio para subir y bajar cuantas veces al día lo necesites. 

Escápate. Ten un buen lugar para convivir con tu alma, para reencontrarte, para estacionar tú vida unos segundos y diferenciar lo que quieres de la vida y lo que necesitas desechar. 

Perdona a quien tengas que perdonar ahora mismo, libérate, libérate y siente plenitud.
Ríe a carcajadas con los ojos húmedos, con lágrimas recorriendo tus mejillas. Es la mejor de las experiencias de la vida, entre algunas otras.

Estoy de vuelta, quiero estar de vuelta ¿y tu?