30/01/19
Todos tendemos de ambos hilos frágiles y ligeros, de los que podemos caer, todos. Y sentirte estancadx mentalmente porque no supiste cuándo parar y llevaste la situación a los extremos. Y no sabes cómo levantarte tú, ni cómo ayudar a tu pareja, amigo, padre o madre.
Mucho menos cómo darle mantenimiento a una relación dañada.
La vida no se resuelve con un test, ni yendo a que nos lean la mano, el café, la sopa o las cartas. No hay una fórmula secreta, no existe. Pero es sano cada cierto tiempo tocar base con uno mismo, un detox espiritual y emocional, hacer un inventario de lo que tenemos, lo que nos hace falta, las reglas que rompimos, los pactos nuevos y qué podemos mejorar. Son tiempos que inviertes en ti mismx para darte cuenta realmente qué te está costando trabajo o si te volviste una rutina.
Es importante que entendamos que nadie tiene la obligación de querer, nadie. ¿Suena burdo? La vida de muchas personas se encuentra estancada en este pensamiento, y lo que se nos complica es estar conscientes de que no importa lo que hayas hecho por
una persona, la reciprocidad no es obligatoria. Mal construimos el concepto “amor” y empezamos a esperar cosas de
los demás, no en razón de quiénes son, sino en razón de lo que nosotros hacemos
por ellos.
FÁCIL OÍRLO, DIFÍCIL APLICARLO.
Nos obsesionamos siempre para encontrar respuestas para las acciones
de los demás porque no reaccionan como esperamos, o lo que según habíamos hecho
por alguien, hasta ese punto.
Vivimos aplazando el proceso de
dejar ir una situación o una persona porque no estamos satisfechos, porque aún
no obtenemos respuestas. Pero muchas veces las cosas no tienen explicación.
Siempre las cosas son grises, a veces simplemente son blancas o negras, y no
puedes desgastar toda tu vida tratando de buscar una explicación ante una algo
que seguramente no la tiene.
Las personas no son maquinitas a las que les metes “moneditas de amabilidad”, hasta que sale el premio que tu quieres. ¿Sabes? A veces eso no tiene reflejo para nada en la manera que tienen ellos de ver la vida o cómo es su forma de querer.
Las personas no son maquinitas a las que les metes “moneditas de amabilidad”, hasta que sale el premio que tu quieres. ¿Sabes? A veces eso no tiene reflejo para nada en la manera que tienen ellos de ver la vida o cómo es su forma de querer.
Nos cuesta mucho entender que las
personas tienen derecho en cualquier momento y por cualquier razón, de
simplemente no querer de estar contigo. Y muchas veces no tiene nada qué ver con la
manera en la que tu actúas.
Entre más tiempo pases diciéndote a ti mismo que
tienes que encontrar la razón de ser de algo, una explicación, o algo que hiciste
bien o algo que hiciste mal, o algo que la otra persona hizo bien o mal, menos
vas a poder dejar ir, sanar y seguir con la vida. Simplemente hay algo qué aprehender detrás de
lo que te pasa, de todo lo que vives, y tienes que tratar de buscar la lección
en lo que estás viviendo y no concentrarte en lo que estás perdiendo, sino en
todo lo que viene ahora después de eso.
¿No sabes qué viene? Bueno, entonces
mira dentro de ti y trata de entender en qué momento cediste control de tu vida
y de tus emociones, en qué momento dejaste que alguien más tuviera tanto poder
sobre ti, de lo que piensas y lo que eres. Y entonces retoma esa fuerza, retoma
ese poder. Porque la vida es como una línea ondulada de tiempo, la vida es
cíclica, la vida es relativa, la vida es como una gráfica de líneas y puntos…
todo lo que hay es parte simplemente de ser humanos y no puedes aferrarte a lo
bueno que tenías cuando te sentías cómodo y en confort. Porque tienes que salir
de ahí, tienes que empezar a trabajar para llegar ser la persona que quieres
ver frente al espejo.
Al final del día, tu decides sí quieres cargar con toda esa duda, con todo ese resentimiento, con toda esa
molestia, con todo el enojo, con esa inquietud ante respuestas que nunca vas a
obtener, o te enfrentas y concentras a tu futuro. Tu decides qué tanto poder vas
a seguir dando a una situación o una persona sobre ti. Nadie más. Solo tu
tienes el poder de decidir.
DÉJATE FLUIR.
Dejar ir o perdonar no significa
que vas a dejar entrar a una persona a tu vida nuevamente, significa que te
liberas del dolor que una situación te ocasionó.
Tampoco es decir “perdono, pero
no olvido”, para nada es eso. Es decir que reconoces que las acciones de la
otra persona no pueden seguir controlándote a ti, no pueden seguir teniendo
poder sobre ti o sobre tu vida.
Es entender que no puedes obligar a nadie a que
te quiera, y tampoco te puedes obligar a ti mismo a querer a alguien o una
situación, sólo porque alguien es amable contigo o te trata bien no significa
que le debas algo.
No le debes algo y no te deben nada.
A la única persona que le debes
algo es a ti mismo. Te debes a ti mismo, te debes la felicidad sobre todas las
cosas, pero, sobre todo, permítete sentir todo ese ciclo de emociones, desde
tristeza hasta frustración y decepción, pero ante todo recuerda que no debes de
anclarte a ninguna de esas emociones.