Nuestro blogg. Sus comentarios:

Vivir significa aprovechar todo cuanto te rodea, sentirse lleno de emociones, aprender, enseñar, recordar… Recordar momentos felices, momentos llenos de satisfacción. Mirar atrás y ver que te has convertido en quien querías ser. Mirar atrás y pensar que la vida te está tratando bien o, al menos, no peor de lo que te podría estar tratando.


Algunas cartas de amor que cada quien puede hacer suyas.

Tu eres el número:

Así son las cosas, empezamos como amigos...

Ha pasado unos cuantos meses después de que hablamos en tu departamento aquella noche. Y te juro que desde ese día no he querido otra cosa que reparar el daño.  Perdón por rozar tu independencia, esa nunca ha sido mi intención. Espero que lo sepas. No quiero tenerte en exclusiva, sé que ahora tienes más amigos y amigas y por ende, otros compromisos. Entiendo que para ti sea muy importante pasar tiempo con ellos, de verdad que sí. 

Pero, ¿no te habías dado cuenta que desde aquél fin de semana en casa de tus papás no hemos hablado? O peor aún, desde la charla en tu departamento, ¿cuántas veces nos vimos o hablamos? Las puedo contar con los dedos de una mano. ¿Te pusiste a pensar en mis sentimientos cuando me cancelabas o cambiabas los días cuando se supone saldríamos? Hasta hace unos días, por aquello de navidad y esas cosas, escribiste, y quieres que te conteste como si nada ocurriera, sería fácil hacerlo y en definitiva renunciar a la amistad; llevo meses dándome cuenta que ya no éramos los mismos.

Aquella vez que te visité y te encontré en aquél bar, esa noche en esa charla me dejaste una inmensa puerta abierta que me hizo creer –por todo lo que me dijiste, claro- que habría posibilidad de avanzar, por más que te dije que era un error y que tenía miedo por lo que pensara tu ex, las personas, y porque tenía miedo a perderte me llevaste la contra, me llenaste la cabeza con fantasías e ilusiones. Y de la nada me cerraste esa puerta en las narices, no sé qué te hizo cambiar de opinión.

Cuando quieres hablar, escribes, cuando tú no y yo sí, me ignoras, te ausentas. He pasado malos momentos y no has estado ahí. Y sé que yo tampoco he estado al cien para ti como de costumbre, pero ha sido porque tú no has querido. Literal me sacaste de tu vida, me apartaste o al menos me excluiste en muchas áreas,  y me duele. No eres el único que quisiera reclamar un “creía que éramos mejores amigos”, yo también he pensado que nuestra amistad valía la pena y me he preguntado si la relación se ha roto o si hemos caído en el punto muerto. Creo que lo que menos necesitamos ahora es ponerle tanta carga a nuestra amistad, ambos nos hemos fallado.

No me había dado cuenta de que se te hiciera tan difícil quedar conmigo, y si no es así, me has dado esa impresión. Y entonces lo comprendí, sé que soy un poco lenta, no sé por qué me costaba aceptar lo que ocurría en realidad, mis verdaderos sentimientos, el por qué me siento tan ofendida contigo.

Y la situación se remonta a muchísimo tiempo atrás, cuando te conocí. Recuerdo perfectamente que puse condiciones para tener una amistad contigo, y era no mencionar que hubo algo antes de nuestra amistad, porque  que a pocos días de cansarte de ligarme a mí, me das la noticia que ya salías con Emily, y que además ya eran novios. Tu no lo sabías porque no existía la confianza en aquél entonces, pero pasaba por momentos muy dolorosos para mí, todo en un año. Demasiados cambios familiares, y  por si fuera el colmo, terminé con mí único novio formal en mi vida, que no lo amaba, pero si me apoyó y escuchó demasiado. Es una gran persona. Ahí, al mes de haber terminado con él, llegaste. ¿Estás de acuerdo que no estaba en óptimas condiciones para tener otra relación?  Además recuerdo a ver estado muy ocupada en la preparatoria y de verdad no podía salir contigo, no es que no quisiera. Y luego tú querías todo rápido, no sé,  ya querías tener novia o algo, y yo siempre te dije que primero debíamos ser amigos. Creo que fue fácil al principio asimilar que me habías cambiado, ya que no te veía a menudo. Entendí el rol que tenía que hacer y  por eso quería que estuvieras bien con ella, siempre, siempre te di consejos, te apoyaba emocionalmente, una que otra vez te acompañé a comprarle cosas, inclusive te echaba porras para que no terminaras con ella. Debo admitir que sí me sacó de onda todo al principio, pero se fue haciendo costumbre nuestra relación de amigos. Hubo una vez que empecé a sentir algo, algo más de cariño y así… en ese momento me alejé, fue como medio año recuerdo, porque no quería ser una intrusa en tu relación, o sea, era tu amiga, no me permití atravesar esos límites, no me iba a jugar nuestra amistad. Después de ese break, continué normal. Y entonces pensé que sólo había sido emocional, tu sabes, por el tiempo que nos dedicábamos. Pero en octubre, con lo que pasó, me sentí mal, sé que no necesitabas complicarte la vida teniendo otra relación, quieres disfrutar tu vida de macho soltero, y más que nada tratar de comprender y sanar lo que había ocurrido con tu ex, sé que fue fuerte para ti, te oí, te sentí llorar por teléfono ¿lo recuerdas? Por eso me sentí mal y pensé mil veces que la habíamos cagado. Pero entonces dijiste cosas, dije cosas, hubo más encuentros, muchos besos y me confundí. O más bien me di cuenta que siento mucho por ti, no sólo desde hace unos meses, sino desde el inicio. Y me avergüenza, lo juro, perdón, no debería ser así. Siempre quise mostrarme como una amiga, y por eso me aleje durante un tiempo y volví y todo seguía avanzando bien.
Estábamos bien. Siempre habíamos estado bien. Sin embargo nos equivocamos en pensar tanto en que si empezábamos a salir nuestra amistad se iría al carajo. Nunca consideraste  la posibilidad de que la relación mejoraría si dábamos el paso. Te confesé lo que sentía por ti y tú te apartaste, ¿te puedes imaginar si quiera lo mucho que me dolió? Aunque no lo demuestre a menudo, sí tengo sentimientos. Aun así te di tiempo y no dije más porque esperaba que… 

Sólo quiero que todo esté bien entre nosotros, que me regresen a mi mejor amigo.

Me ausenté porque intento aclarar mis propias ideas.
¿Que si estoy enojada contigo? ¿¡En serio no tienes idea de lo que me pasa?! “De verdad debió haber sido muy malo lo que te hice”. Me rompiste el corazón, doblemente. Eso pasa.  En primera porque tengo la sensación de que estoy perdiendo a mi mejor amigo. Espera, no, no sólo a mi mejor amigo sino a parte de mi familia, te dejé formar parte de mí mundo. Y en segunda porque si al menos no tendríamos un romance, esperaba que reaccionaras diferente, y no. No sé si lo tomé más en cuenta por el papel que formabas en mi vida, o porque esperaba una reacción distinta. Me sentí sin nadie ¿sabes? Normalmente corro contigo cuando tengo un problema de amores y necesito un consejo, pero ahora eras tú mi problema y no te tenía como mi mejor amigo.

Siempre he sido muy espontánea contigo, pero ahora no sé qué decirte, cómo reaccionar. Hay mucha tensión entre nosotros. Al principio estaba triste porque me habías bateado, luego pasé al enojo e indignación al leer tu estúpida y fría respuesta en instagram, si, esa donde estás con tu “novia”. Intenté que no me afectara, porque siempre dices que son redes sociales, que no todo es verdad, pero aun así cada día que pasa me siento más herida.  Estoy muy confundida, es mejor que nos tomemos un descanso.

No quería contestar tus mensajes porque necesitaba tiempo, y además, no quería escribirte algo de lo que me tuviera que arrepentir después, no quiero que nuestra relación de deteriore. Y si quiero que las cosas vuelvan a la normalidad, tengo que comportarme como si todo estuviera bien, pero tú sabes que no sé fingir.

No puedo, no puedo, no puedo. Me es imposible –ahorita- ser tu mejor amiga, serlo conlleva muchas cosas (darte consejos cuando estés mal con tu novia, o soportarte hablar de ella todo el tiempo, como con Emily) por eso quiero dar un paso atrás y comprenderlo todo. Y no estoy diciendo que nunca jamás vaya a serlo. Tampoco quiero que forcemos las cosas, como un día tú me dijiste, porque así no está padre… lo que quiero decir es que quiero que sigamos siendo amigos y que formes parte de mi vida y yo de la tuya, eres importante y siendo sincera, les da tu toque especial a mi vida. Pero ahora no puedo, por mí, por cuidarme. 

Todo cambió, tienes todas las vacaciones para divertirte y distraerte, cuando regreses, si quieres, si puedes, retomaremos el tema.

Hay que mantener intacto lo que queda de nuestra amistad, siento que si damos un paso en falso ¡bum! nuestra amistad saldría en pedazos.  
Quisiera sentirme cómoda junto a ti de nuevo.

Besos y abrazos. 

Nicki

Me llamo Arleth y tengo 15 años, como cualquier adolescente, tengo problemas para “comunicarme” con mis padres; es decir, ellos no me entienden y yo no los entiendo. Cada mañana se toman la molestia de repetirme lo mismo: “Arleth arréglate más, mira que fodonga te vas a la escuela”, “Arleth organízate”, “Arleth, arleth ¡Arleth…!” Bla bla bla. Ensordezco y sólo veo a mi madre por el retrovisor mover los labios ¡Qué fastidio comenzar mis días así! ¡Nunca me escuchan! Una vez más me he quedado con las ganas de reprocharles su ausencia, su carente paternidad.

Llego a la escuela, saludo a la directora, que como todas las mañanas hace acto de presencia en el pórtico del colegio. Se dirige a mi sonriendo y comenta "amablemente"
-“Buenos días señorita Arleth, queeeee… bonita viene hoy”
¡Hipócrita! -pensé. Ni siquiera volteé para observar su expresión.
Me dirigí a mi salón de clases y al cruzar la puerta miré a mis compañeros listos con bolígrafo en mano y papel sobre el pupitre; mi asiento está junto al de Diane, se podría decir que somos ‘amigas’.
Comenzó la clase. La señora cabello -como solía llamarla-, comenzó hablando sobre la historia de México, muy interesante el tema, debo decir. De pronto alguien osa interrumpir, era la directora llamando a la puerta. Tras su larga falda estaba un chico cuyo aspecto era notablemente distinto.
-“Hola jóvenes, quiero informarles que Nicolás Fernández va a formar parte de su grupo de ahora en adelante, les pido que sean amables y lo integren al grupo”
De pronto la maestra cabello cambió de lugar a Diane para que Nicki se sentará junto a mí y le ayudara con los apuntes. Volteé a ver a mi nuevo compañero y gesticulé una sonrisa. Nicki era un chico que tenía labio leporino, este es un defecto facial donde el labio superior y el paladar no se desarrollan correctamente dentro del vientre. Al terminar las clases, la maestra me detuvo unos segundos para pedirme que le prestara mis apuntes a Nicki. Tomé el autobús escolar y justo una cuadra antes de mi casa veo que se baja Nicki. ¡No puedo creerlo, vive cerca de mí y jamás me había dado cuenta!
Llegando a mi casa, mi Nana ya tenía la comida hecha y la casa impecable, lo único que tengo que hacer es ‘portarme bien’, ‘comer bien’ y ‘hacer mis tareas’ tal cual como mis padres siempre atosigan. Ya eran las cuatro de la tarde y yo ya había terminado. Así que decidí ir a casa de Nicki para entregarle las libretas. Llamo a la puerta, toc, toc. Sale una moderna y amable mujer, su madre.
- Hola señora, me llamo Arleth y soy compañera de Nicki. La maestra me pidió que le prestara mis libretas a su hijo para que ya no se atrasara más.
- Qué amable de tu parte, pasa. ¡Nicki, hijo, baja por favor, vinieron a verte! Toma asiento Arleth.
- Gracias Señora. Hola Nicki, te traigo mis libretas.
- Wrolla. Grajeias Arjlet.
Sinceramente, no comprendí nada de lo que dijo. Tomé la decisión de irme lo más pronto posible. No fue porque no me cayera bien ni nada, sólo que no deseaba hacerlo sentir mal o algo parecido.
Ya son poco más de tres meses que Nicki y yo nos conocimos, ha sido un largo proceso de integración, del grupo con Nicki y él con nosotros. Le hemos ayudado a mejorar su pronunciación, su lenguaje corporal, su gesticulación facial etc. Él nos ha enseñado a entenderlo, que podemos aprender unos de otros, a tener paciencia y a unirnos como grupo.

El viaje, la vida.

Observo a la niña que viaja en el mismo transporte que yo, una ruta seis con destinos diferentes.
Es su mirada de duda, curiosidad, de asombro. Me impresiona la fuerza con la que se sostiene, sus manos aferradas al asiento por causa del turbulento viaje. ¿Es acaso los choferes no saben manejar o todos ellos asistieron ala misma escuela? 
Mis letras también sufren una transformación por el viaje. 

En un asiento cercano al mío viene un personaje a quien también le observo la mirada. Es un señor a quien le calculo ochenta y cinco años aproximadamente, viste elegante y sostiene un folder con ambas manos. 
Pero qué mirada, demonios. Siempre me he preguntado en qué medita una persona a esa edad, qué aspiran, qué sueñan. Creo que su mirada al vacío -hundida en el vacío- dicta soledad, no lo sé. 
Las miradas  son el reflejo del alma de cada persona, ahí, donde los disfraces no existen.

Un par de señoras a mi lado -amas de casa por lo visto- periquean sobre sus maridos y se empavonan con sus hijos. Son conversaciones donde una puede aprender a ser "mujer, madre y esposa", y lo escribo entre comillas porque dudo que ese sea el fin de cada mujer en la tierra, ser sólo eso. 

Se quedó dormida después de tanto arrullo, la pequeña quedó cobijada en los brazos de su madre quien con delicadeza plantó un beso en su frente y la sostiene. 
¿En qué momento se fue el anciano? Supongo que así de rápida es la vida y la estancia en la tierra. Es como un transporte público: compartimos unos momentos juntos y luego nos vamos, salimos y entramos en la vida de tantas personas y sólo en algunas decidimos y nos permiten compartir todo el viaje, la vida. 





Amor con receta.

No te preocupes, son los mismos altibajos que la vida te hace pasar.
Por favor, no te angusties, lo que menos quiero es causarte tristezas.

Eres una de mis felicidades, y aunque no lo parezca, me haces tan fuerte. Puedo sentirme invencible con tus palabras de aliento, con tu abrazos eternos, con tus miradas de amor, como si me acariciaras el alma. 

Lucho para que la vida me muestre una buena cara, lucho para encontrar el momento oportuno para sobresalir, para perseguir lo que quiero, y siento mucho que eso cueste el distanciarnos.

Estoy consiente que el precio es bastante alto y que quizá, si todo me sale mal, me pueda arrepentir.
Arrepentirme por el tiempo que perdí lejos de ti, arrepentirme por la ausencia, mí ausencia, porque sé que tu siempre has estado ahí, en aquel lugar esperando mi llegada con un café, un café frío sobre la mesa, porque nunca he llegado al encuentro. Arrepentirme por las cosas que nunca te dije y los sentimientos que nunca te demostré, arrepentirme por las cartas que nunca te entregué, y los momentos que no te di...
Tiempo, detente muchos años.

No es que ahora tenga un agujero en vez de corazón. Soy la misma persona, la más sensible que podrías conocer,  la que te demuestra poco por imbécil o por cruel, contigo, conmigo. No sé.

Te debo una disculpa. Es mi culpa, lo sé.


Lo leí en un libro, me encontré entre esas páginas, en esas letras decía: "No esperes más. Si no, vas a hacerle daño a todo el mundo al mismo tiempo". Lo leí y me derrumbé en lágrimas infinitas y en llantos ahogados.
Parece que el autor supiera que lo iba a leer. Fue el momento justo, el apropiado. Lo leí y te recordé a ti, te recodé diciéndome que mi ausencia lastima, duele, enfurece.

Todo el mundo hace  lo que puede. Con sus heridas, sus pesares, sus nuevas alegrías, con sus nuevas y mejores emociones, y con el tiempo que tiene, que vive y que ve pasar. Son cosas raras de la vida.

Te pienso al escribir, te pienso todos los días, en tus palabras sabias sobre todo, y quizá creas que sea poco para ti.
No quiero esperar más. Odio la espera. He pasado cada minuto de vida esperando no sé qué y es cansado. No te quiero perder, no quiero que me olvides.

"Alguien me dijo que el olvido está lleno de memoria".