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Vivir significa aprovechar todo cuanto te rodea, sentirse lleno de emociones, aprender, enseñar, recordar… Recordar momentos felices, momentos llenos de satisfacción. Mirar atrás y ver que te has convertido en quien querías ser. Mirar atrás y pensar que la vida te está tratando bien o, al menos, no peor de lo que te podría estar tratando.


Algunas cartas de amor que cada quien puede hacer suyas.

Tu eres el número:

Mi propio vivir a través de la lectura

A veces no sabemos cómo empezar a escribir algo, ¿las razones? 1. No sabemos por dónde comenzar, 2. No conocemos suficiente el tema y 3. Por no tener el hábito de leer. Podemos decir entonces que a falta de lectura, falta de cultura, ortografía, coherencia y redacción. Es como el efecto domino.  Cuando comencé a leer por primera vez un libro completo, fue durante la primaria con la biblioteca escolar que habían instalado en mi salón, en esa época me gustaban los cuentos, los cuales llevaba a mi casa para leerlos para mí y en ocasiones a mi mamá.
Después, simplemente la lectura pasó a segundo término cuando comencé a hacer muchos amigos y tenía actividades extras de la escuela. Error garrafal. Pasado un tiempo, me encontré en casa una novela empolvada de Patrick Cauvin de los años 80’s, Un pequeño romance, un libro  con pastas un poco deshechas de la esquinas y páginas amarillas. Nunca olvidaré su olor a libro viejo, supongo que lo primero que atrajo mi atención fue la imagen de portada, eran Daniel y Lauren, y enseguida imagino una de las frases que se dicen: “con este beso pirro, mi alma te entrego”.
Fue la novela que me enloqueció, inspiró, enamoró y me hizo volver a lectura.  No podía entender cómo es que muchos de los textos ahí plasmados identificaban con mi forma de pensar, ¡estaba emocionada leyéndolo!, conocí un nuevo cine, el romance adolescente y soñador que en aquel entonces tenía a fin, la forma en cómo está escrito y las emociones contenidas. La historia, el drama, ellos viviendo un gran amor, cual joven descubriendo el mundo.

A mí me encanta subrayar frases o textos de los libros que me ayudan a comprender lo que me pasa, y reconocerme dentro de la historia. Algunos piensan que los libros no se deben ‘rayar’, pero  si lo hago, no es porque no quiera a mi libro, sino al contrario, porque pasando un tiempo sé que los detalles de la historia no estarán completos en mi memoria, pero abriendo el libro y releyendo todas mis citas, hará que lo recuerde y quiera  volver a leerlo de nuevo.
Después continué leyendo una que otra novela que me iba encontrando, y seguía maravillándome del hecho en que parece que las palabras están escritas para mí. O eso me imagino yo. Por ejemplo, cuando leí La tregua  de Mario Benedetti, causó revuelo en mi mente, pues toca muchas ideas y contrasta otras, hasta llegué a identificarme con Blaquita, hija de Martín Santomé, y por capítulos, con Avellaneda. Al Señor Santomé lo identifiqué con cierta persona que le dije: -alguien escribió porciones de tu historia, tienes que leerla.
Dice mi profesor de literatura J.P. Picazo, que los autores desnudan su alma al escribir, como dándosela a los personajes. En una de sus recientes clases nos habló de la maravillosa Louise Marie Rosenblatt, autora de la teoría transaccional o exploración, una maravillosa forma de leer, ya que no aparece como un proceso a ser explicado, sino a ser vivido.
Rosemblant dice que “la lectura es un acontecimiento, una experiencia que se vive en el tiempo, no sobre el tiempo, que es irrepetible y singular. Por esto, convierte al lector en una estimulante experiencia. La literatura como su experiencia cultural, una forma explorar emociones ajenas y acercarse a las propias”.  Aplicando  el esquema de comunicación en la teoría, el autor es el emisor, el lector es el receptor, y el texto es el mensaje, el feedback aparece en la mente del lector, pues ahí confrontamos nuestros pensamientos con los que dejó el autor en el libro. Amenos claro, que el autor esté vivo y puedas externarle todas tus dudas y tal respondiese. Estas son algunas cosas que examina la teoría de Marie, una transacción entre el lector y el texto.
Picazo hablaba que a medida que avanzamos en una lectura se van activando muchas ideas de nuestro pensamiento, como la cultura, la sociedad que nos rodea, la situación y propósito que nos llevó a ese texto particular en ese momento particular, los personajes, e incluso nuestro estado emocional influirán en lo que hagamos con las palabras, los sentimientos y las sensaciones que se presenten. “Conforme construyamos significados, iremos interpretando, reflejando, evaluando, aceptando y rechazando los significados del texto”.
 La autora menciona que “debemos prestar atención no sólo a la idea, la teoría y procedimientos, sino también a las sensaciones, emociones y actitudes que rodean las ideas, escenas y personalidades que están siendo concebidas, la primera sería la forma de lectura "no literario" y la segunda lo "literario”. Una forma de representar esa dualidad es lo  referencial y el afectivo. Estas  siempre estarán presentes en cierta medida durante la transacción y sus formas de lectura, son diferentes pero no contradictorias, pues forman parte de un contínuum”.
En el contínuum tiene dos extremos, el primero es la atención selectiva del lector, la estética, que es la adopción consciente e inconsciente, es cuando el lector adopta lo que piensa y siente, en lo que vive a través y durante el acto de lectura. Y el segundo, el eferente, es cuando el lector está centrado en lo que “se lleva”, en lo que retiene después de leer un texto.
Además del énfasis que pone Rosenblatt sobre “la forma en que nos proyectamos en los factores sociales y personales de la literatura, también nos dice que  contribuye a nuestra formación como ser social y sensibilizarnos para el ejercicio de la democracia. Los ciudadanos de una democracia requieren la capacidad de leer en todas las formas: literarias y no literarias”.

Cuando oía al profe desarrollar el tema del día, estaba anonadada, pues como ya explicaba, siempre tuve la sensación que la lectura estaba escrita para mí, y mejor dicho, pasaba que  la teoría de transacción estaba desarrollándola inconscientemente. Lo que me quedó aprendido, además del tema, es la forma de dar una clase, pues no nos enseña sobre literatura, en cambio nos hacer vivir la literatura como  estudiantes, algo digno de ser reconocido.

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